El diseño del pabellón se inspira en el “Kintsugi”, el arte milenario japonés de hacer bello y fuerte lo frágil. El “Kintsugi” es una metáfora de la RESILENCIA de nuestra sociedad vasca.
La planta del pabellón se genera a partir de una rotura que dibuja una figura irregular, en la rotunda geometría rectangular del patio. Así el proyecto se genera por una ruptura traumática que genera una CICATRIZ. Un recuerdo de la memoria del dolor.
La no-forma del proyecto se estructura con un sistema de líneas paralelas que ordena una geometría aparentemente caótica, producto de la cicatriz dejada por la historia.
Conceptualmente el recorrido es un gradiente desde los espacios más oscuros a los más luminosos, simbolizando un tránsito hacia el futuro y la esperanza en una convivencia pacífica.
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